viernes, 1 de mayo de 2015

Si tu me dices ven, lo dejo todo. Pero dime VEN

     Ya te había visto antes y me habías llamado la atención, pero no recordaba que eras tú. Desde el primer momento vi en ti algo que nunca había visto antes en ningún otro, una ternura incondicional. Se te veía tímido, y yo siempre fui algo osada, curiosa combinación, pero perfecta para poder dar lugar a algo. No tengo muy claro que fue lo que hizo que te fijaras en mi, y tampoco tengo claro por qué no saliste corriendo al ver alguna de mis locuras.
    Me acuerdo de nuestra primera"cita", bueno, más bien fue nuestra primera quedada. Ambos pensábamos que algo sucedería esa noche, y lo hizo, pero no precisamente lo que cabría imaginar, por el contrario, nos pasamos las horas hablando de mil y una cosas, conociéndonos, sabiendo detalles el uno del otro que tal vez no mucha gente supiese.
     Al día siguiente por fin nos besamos, lo recuerdo como si fuese ayer, recuerdo el sitio donde nos vimos, el lugar donde estábamos, y a los payasos de nuestros colegas mirando a través de los cristales para no perder detalles, pero eso no nos importó (hay que ver como somos en la adolescencia).
    Recuerdo que la diferencia de edad, sólo 2 años, te hacia sentir incomodo, como si estuvieses abusando por ser más mayor. Yo trataba de hacerte entender que para que dos personas se gusten no es obligatorio tener la misma edad (de hecho no es lo más común) pero tú, a pesar de darte cuenta de que yo tenía razón, no lograbas entender por qué estabas siguiendo por este camino con una chica algo más joven que tú (ahora lo ves diferente ¿verdad?).
    Por aquel entonces no había whatsapp, ni siquiera utilizábamos Internet en los móviles, así que entre la semana, cuando era posible nos escribíamos mensajes diciendo las ganas que teníamos de que llegase el próximo fin de semana para volver a vernos.
    Recuerdo una noche que por unos instantes nos desviamos del grupo creímos ser tentados pero finalmente volvimos con el resto de la sociedad. En ese instante empezó  a llover y tu me envolviste dentro de tu sudadera de niño alto, y me abrazaste. Yo no podía dejar de mirarte. Y de repente cogiste una rosa que había en un jardín al que yo estaba dando la espalda, y me la diste. Cómo no iba a estar cogiéndote tanto cariño, si siempre has sido así de adorable. 
    Tuvimos que esperar otra semana más para volver a vernos, y ese sábado si que fue inolvidable (aunque puedes apreciar que tampoco me olvido del resto). Yo, de los nervios, empecé reírme en tu cara, y me preguntabas que de que me reía, y yo decía que de ti (tal vez eso te hiciese sentir más inseguro, pero ya sabes lo peculiar que yo soy). La verdad es que me encantó estar contigo en ese bonito momento. En el cielo se podían ver millones de estrellas, la Luna brilla más que nunca y se reflejaba en el mar, se oían las ollas de fondo... y ahí estabas tú, para mi sola, te tenía en exclusividad. Ahí estaba yo, riéndome de los nervios, pero sintiéndome como nunca me había sentido con nadie.
     Había algo en ti que me trasmitía mucha confianza, que me hacía ver que eras diferente, único. Nunca me sentí tan protegida y a salvo como me sentí al tenerte a mi lado.

Has vuelto, y lo has hecho del modo más increíble posible, de un modo que jamás hubiese imaginado. Has vuelto, pero no para quedarte. 




Seguramente esto te sorprenda, pero tras casi una década, aún guardo aquella rosa.

4 comentarios:

Andreia Morais dijo...

Há pessoas assim, que têm a capacidade natural de nos chamarem à atenção sem precisarem de fazer grande coisa. E marcam-nos para sempre.

Beijinhos, minha querida*

Andreia Morais dijo...

r: É incrível vermos os artistas que admiramos ao vivo, e é ainda melhor quando nos surpreendemos com aqueles que não conhecemos tão bem!
Ia adorar ler, espero que um dia fales deles :)

Beijinhos, minha querida*

Arien dijo...

Hola guapa
Ay jo que bonito!
Y si lo recuerdas tanto...por algo será :)
Un besazo

Andreia Morais dijo...

r: Grande verdade!

Beijinhos, minha querida*